domingo, 22 de diciembre de 2013

Congelar la sangre,
quedarnos como piedras.
No hay renglones derechos
que se acerquen a mis ojos,
no los hay.

E.R
Me he vuelto expresiva
con los años,
despierta en la mueca
de algún sueño,
como abrazada a su terquedad
y sus sombras.

Esther Ruiz.
Para Alejandra Pizarnik

Que extraño el continuo desorden de la conciencia.
Llevo una estrecha hondura en este diálogo resonante, negándome mi estampa, esa que abandonó los labios de lluvia y los oídos de lago. Metálicos caprichos enroscan ...la noche ante mis ojos, una boca abierta, un hueco saturado, un frío debido. Hay pájaros enclaustrados en mis manos querida Pizarnik que aúllan como lobos hambrientos, que yacen sobre un lecho húmedo de helechos y rocas.
¿Que obra indómita dejaste en mis párpados? ¿que lacero atrapo el nudo de tus versos? ¿que mirada insolente removió tu huida?
Nunca te fuiste, ni dejaste amueblado con tu ausencia el pasillo de mi casa porque lograste ser inmortal en las acequias de mi pecho.

Esther Ruiz
Soledades.

No, no hay tiempo que se detenga.
Hay un fondo que guarda el desprecio
de dos ahogados en su propia amargura,
en el silencio rotundo y mortal...
de sentirse solos.
Hay dedos que oprimen
en su suelta mano,
porque justo allí,
murió el placer de su alma.

Esther Ruiz.

Firmar un regreso rápido y efectivo en la palabra.
Es difícil desarrollar el verso cuando vive sin ganas, escondido en los resortes de la letra.
E.R
Hay tanto ruido en la mañana.
Sí, estamos equivocados
desgastados de los días,
de sus fieras angustiadas
que perforan noches.
Hay tanto ruido en la mañana, ...
en este músculo que cuelga por lengua,
en las bocas entreabiertas
llenas de polvo y humo
en su vida desatenta.

Esther Ruiz.

No busco nada personal contigo,
excepto ese murmullo que captan las aves
en la fuerza que alienta ese morir de la tarde.
E.R